Descubrí a Tom Sharpe cuando era chiquitín, mis padres tenían por casa Wilt y El bastard (El bastardo recalcitrante), luego me leí todo lo que pillé en la biblio del cole, luego compré algunos más. Tom Sharpe fue mi J. K. Rowling.
Ahora que ha muerto podríamos matar también a los que tradujeron los títulos de sus novelas y enterrarlos por ahí cerca, en plan egipcio.
Por otro lado, los cracks de Rock & Cómics sacaron hace poco un artículo intitulado Autoedición: La revolución digital en el que sale Listo Entertainment contando algunos cotilleos sobre El gran libro de la cinefilia.
Y, por otro lado, Melissa se curró una traducción del cómic de Las propiedades térmicas de los polímeros y la puso en el Reddit. Y nos gusta mucho porque los textos traducidos están al lado de las viñetas, no en los globos de diálogo, como si en lugar de doblarlo lo hubiese subtitulado.
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