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Vivimos una época frenética en la que la información fluye a destajo y los escándalos se encadenan de manera que el último tiende a hacernos olvidar el penúltimo y el penúltimo ya nos había hecho olvidar el antepenúltimo, pero el escándalo del momento es el tema de debate del momento y raro es no tener opinión a favor o en contra, aunque solo sea durante unas horas (o a veces durante unos días o incluso unas semanas, en casos excepcionales de escándalos muy escandalosos).
Durante una semana del mes pasado en la que no debía de haber ningún escándalo especialmente escandaloso, uno de los escándalos del momento fue la historia de un dibujante de cómics que se quedó sin trabajo por hacer chistes sobre Podemos y los separatistas.
Así a bote pronto, creo que yo también me posicionaría en contra del despido y a favor del dibujante de cómics, porque en general tiendo a posicionarme en contra de los despidos y a favor de los dibujantes de cómics, pero es que la revista que supuestamente había despedido un dibujante era el TMEO (que mola mucho pero no deja de ser un fanzine en el que las colaboraciones no son remuneradas), y al dibujante al que habían echado en realidad no lo habían echado, se había ido él, y las viñetas sobre Podemos y los separatistas que la gente compartía por Twitter como ejemplos de viñetas censuradas eran viñetas que sí que habían salido publicadas en el TMEO.
Lo que aparentaba ser un escándalo a duras penas era una anécdota y encima era una anécdota bastante mal explicada.
La historia de cómo se fabrica esa apariencia de escándalo a partir de una anécdota me parece más interesante que la anécdota en sí, pero, a modo de contexto, os cuento primero la anécdota tal cual:
Santi Orue llevaba publicando en el TMEO prácticamente desde el principio y se había encargado de no pocas portadas y álbums (Seamos objetivos, El maravilloso mundo de S. Orue, Eres un enfermo del Photoshop, Qué buenos son los buenos y qué malos son los malos). Además, fue coautor del divertidísimo Cómo convertirse en un hijo de puta. Sus chistes nunca habían sido para todos los públicos pero durante años sí que habían sido del agrado de muchos lectores del TMEO. Sin embargo, de manera gradual y acumulativa, su obra fue tomando una deriva boadellesca y sus cómics fueron reflejando un argumentario cada vez más cercano a la línea editorial de Jiménez Losantos que a la del fanzine que los publicaba.
Soy consciente de que hablar de la línea editorial del TMEO es delicado y podría llevarnos a preguntarnos cuál es esa línea editorial, y soy consciente de que esta pregunta no tiene respuesta fácil porque el TMEO es una publicación sin libro de estilo y porque el contenido que rezuma es muy, por decirlo suavemente, ecléctico. Sus colaboradores son cada uno de su padre y de su madre, y la mayoría suelen jugar a cruzar las líneas rojas del humor verde, negro y marrón. En una página te sale un niño en la cama, defecando en la boca de sus progenitores, en la siguiente hay un juego de palabras tontorrón ambientado en un campo de exterminio nazi, en la siguiente una chica atractiva en top-less le revienta la cabeza a tetazos a un monstruo mitad persona mitad excremento, en la siguiente un apacible pastor de cabras nos habla de las bondades de llevar una vida sencilla y contemplativa. Y, sin embargo, en ese contexto de burricie y despiporre, había la sensación generalizada de que ahí ya no terminaban de encajar las viñetas de la última etapa de Orue, supongo que, en parte, por el mensaje derechista, tirando a ultraderechista, que transmitían, pero también porque a veces no tenían mucho chiste y porque a veces ilustraban bulos inventados por Ciudadanos o paranoias locas que parecían haber surgido de un delirio febril de Rosa Díez. No lo digo yo: alegando las viñetas de la última etapa de Santi Orue, algunos lectores se despidieron de la revista y algunos anunciantes dejaron de comprar espacio para sus anuncios y algunos bares dejaron de distribuirla.
Durante la semana loca del “escándalo” por el “despido” de Orue, los cizañeros hicieron correr el bulo de que lo que había incomodado a los editores de la revista eran las pullas a Podemos y a los separatistas, pero el TMEO ha publicado un montón de pullas a podemitas y separatistas y lo seguirá haciendo, con orgullo y regocijo. No puedo hablar por otros, pero apuesto un brazo a que la mayoría de personas que se sentían incomodadas por las viñetas de Orue se sentían incomodadas más que nada por las que transmitían un tufo racista y xenófobo: viñetas que tildaban de invasión la llegada de pateras, viñetas en las que las pateras tenían ruedas metálicas y un sistema de tracción de oruga como si fuesen carros de combate, viñetas en las que los refugiados agarraban las mantas que les ofrecían los voluntarios de la Cruz Roja y las usaban en el top manta. Todo eso, por cierto y sin embargo, el TMEO lo publicó también, porque sí, porque el TMEO es poco serio y, aún habiendo prosperando un montón, en muchos aspectos sigue siendo una pandilla de amigos que hacen un fanzine para divertirse y es todo muy asambleario y no es fácil decirle a tu amigo que se está volviendo loco y que sus chistes son cada vez más fachas y que por favor intente que no le salgan tan fachas. No hubo huevos de echarle, ni siquiera cuando otro de los colaboradores históricos de la revista, que dibujaba mejor y hacía chistes más graciosos que Santi, se plantó y dijo tomarse unas vacaciones porque no podía ya con tanta caspa y forocochismo.
La solución de compromiso a la que se llegó fue decirle a Orue que no le iban a publicar todo lo que mandase, que habría un poco de filtro, lo cual es normal, ninguna publicación publica todo lo que le mandan todos sus colaboradores. En el TMEO había habido manga ancha con los colaboradores de toda la vida, y se intentó estrechar un poquito la manga y Santi Orue se cabreó y se largó.
Y aquí termina la anécdota y empieza la construcción del escándalo. El Correo publicó una noticia falsa firmada por Natxo Artundo que se titulaba “TMEO veta a Santi Orue por satirizar a Podemos, el independentismo catalán y la inmigración” y que se ilustraba con dos chistes de Santi Orue. Uno era especialmente idiota para mi gusto y retrataba un profesor separatista catalán que había castigado a un niño de cara a la pared por ser hijo de Guardia Civil, pero el otro creo que era uno de los mejores chistes de la última etapa de Orue, porque había chiste, concretamente había un juego de palabras entre el imperativo del verbo podar y el presente indicativo del verbo poder: en el dibujo salía un jardinero con bigote podando los setos de la piscina de Pablo Iglesias y en el texto ponía “Podemos”.
Debajo de la noticia, El Correo sacó también una columna firmada por Ángel Resa que creo que es un buen ejemplo de esa prosa pomposa, desinformada y rimbombante que resulta tan característica de los opinadores profesionales. Reproduzco el primer párrafo para que os hagáis una idea:
“Hay quienes tratan de vestir de ropa transgresora la ortodoxia más estricta y caen, consecuentemente, en la regresión contraria al progreso que proclaman defender. Gente que de tanto rizar el bucle alcanza el fin de una espiral grotesca. O ridícula. Ir de libertarios a la vez que se advierte sobre la conveniencia de aplicar internamente grilletes y corsés es el modo contradictorio de abogar por la desnudez del pensamiento y a la vez forrarlo con prendas de abrigo. Vanagloriarse de que hay que ver lo abiertos de mentes que somos y despedir a un colaborador añejo -por los años en la revista, digo- me lleva a imaginar la trayectoria de ida y vuelta del bumerán. Arma arrojadiza de la libertad de expresión que puede sajar la tripa propia en el momento del retorno de no aceptar las consecuencias del cachondeo.”
A media mañana había ya centenares de tuits que hablaban de censura en el TMEO y compartían las viñetas que se decía que habían sido censuradas: la del profesor separatista catalán y la del jardinero con bigote. No me acuerdo de en qué TMEO salió la del profesor catalán, pero la del jardinero con bigote os puedo concretar que salió en la página 6 del TMEO 147 (junio de 2018).
Al mediodía, en la sección de curiosidades de Público salió un artículo firmado por Iñaki Berazaluce en cuyo titular se afirmaba que en el TMEO había habido “un cisma”.
La palabra cisma se suele usar cuando un grupo se separa en dos subgrupos, no tanto cuando se larga un individuo particular, pero bueno, sin entrar en consideraciones matemáticas, el texto del artículo de Berazaluce era mucho más legile e informativo que el de Ángel Resa y, en todo caso, se notaba que el periodista había hecho al menos un par de llamadas para documentarse antes de empezar a picar teclas. Es más, el texto iba acompañado de la inocua viñeta del jardinero con bigote pero también de algunas de las que realmente resultaban controvertidas.
Los tuits indignados con la censura, sin embargo, seguían llegando, algunos incluso firmados por gente bienintencionada que querían poner su granito de arena en el debate sobre la libertad de expresión y la hipocresia en los medios.
En un momento dado, alguien en la órbita de Vox llegó a documentarse tanto que entró en la web del TMEO y vio que en la portada del último número se proponía aprovechar el hueco que quedaría en el Valle de los Caídos tras la exhumación de Franco para enterrar ahí a la familia real, y la bronca renació multiplicada por mil. Nos explicaron que eso no era humor y que era intolerable, y nos llegó una oleada de tuits que decían que en el TMEO se podía bromear con asesinar a los reyes pero no con la extraña fortuna de la familia comunista. La mayoría de tuits iban acompañados de la viñeta del jardinero con bigote, de lo que se deduce que la “familia comunista” era la familia de Pablo Iglesias.
Estoy casi seguro de que no fueron centenares de tuiteros espontáneos tuiteando la misma mierda porque se les ocurría a cada uno de ellos de forma independiente, sino que copiaban todos de un tuit original o de alguna consigna que habían recibido a través de algún otro medio. Mi sospecha se debe más que nada a que la mayoría de ellos incluían una distinción muy rara entre el trato que merecían los reyes y el que merecían las infantas que no se desprendía de una lectura reposada de la controvertida portada. Por algún motivo que se me escapa, al autor del tuit primigenio de esa oleada le había parecido que el TMEO proponía enterrar los cadáveres de los reyes asesinados junto a los cuerpos vivos de las infantas, y así lo afirmaron cientos de tuiteros. La portada en cuestión era ya bastante macabra y de mal gusto, lo que en la jerga del gremio solemos llamar “sofisticado humor negro”, pero la cabeza del que leyó entre líneas lo de matar a los padres y enterrar vivas a las hijas tampoco me parece a mí que sea la cabeza de alguien que vive en paz consigo mismo. No dispongo de tiempo ni energías para investigar quién fue ese primer chiflado de cuyas palabras bebieron todos los de después, pero apostaría por Hermann Tertsch.
Algunos de esos chiflados que aparieron a la estela de Tertsch llegaron a tener la poca delicadeza de compartir la portada de la revista mencionando a las cuentas de Twitter de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Quizá lo hicieron para que los agentes pudiesen pegarse unas risas, pero yo lo interpreté un poco como una sutil amenaza, como un intento de recordarnos que en España la libertad de expresión se encuentra realmente limitada y que no son pocos los casos de personas que han tenido problemas con la justicia por hacer chistes, algo que, en mi modesta opinión, resulta bastante anacrónico, al menos en los países occidentales.
Otra teoría que tengo es que, aunque el TMEO se debe de haber ganado no pocos enemigos a lo largo de su trayectoria, en este caso la mayoría de cizañeros no debían ni saber de qué estaban hablando, y la campaña de barro y mierda no tenía ningún otro objetivo que el darle de refilón a Podemos.
La moraleja es, una vez más, que ni os fiéis de la prensa, que es capaz de mentir hasta en las noticias más banales e intrascendentes, ni os fiéis de las turbas tuiteras, que tanto pueden estar orquestradas como ser espontáneas y estar, sin embargo, totalmente desinformadas.
Pero el principal objetivo de este texto no es otro que el de avisaros de que el TMEO 149 ya está llegando a las tiendas y es un número muy chulo:
Los números atrasados se pueden comprar desde casa en tmeotienda.com
Movidilla en el TMEO: https://t.co/lvhYKIbWhZ pic.twitter.com/IaKYDG6WBw
— Listo Entertainment (@listocomics) 2 de diciembre de 2018
1219. Supremacista
«Los franceses son más sabios de lo que parecen, y los españoles parecen más sabios de lo que son.» (Francis Bacon)
1 – El título Looney Tunes vendría a ser una parodia o un homenaje o un plagio del de los cortometrajes musicales Silly Symphonies de Walt Disney.
2 – Antes del pato Lucas y Bugs Bunny, el primer personaje estrella y el protagonista del primer Looney Tune fue el negrito Bosko.
3 – La novia de Bosko era una negrita llamada Honey y su antagonista en los primeros cortometrajes solía ser una cabra.
4 – Todos los arquetipos racistas de la época estaban ahí, pero Honey puede jactarse de ser pionera en el campo la caricatura no racista de una persona negra concreta, al cantar imitando a Billie Holiday en plan homenaje en 1933.
5 – El éxito de público del niño negrito llevó a la Warner a probar también con un niño blanquito llamado Buddy. Fue mucho menos popular que Bosko y la serie no tuvo continuidad.
6 – Tras el fracaso de Buddy, los Looney Tunes se centraron en narrar aventuras de animales domésticos más o menos antropomorfos: conejos, ratones, gallos, patos…
7 – El cerdito Porky al principio no tenía por qué ser tartamudo pero lo fue porque el actor que ponía la voz lo era.
8 – Daffy Duck (el pato Lucas) tiene el récord de personaje animado doblado por el actor original durante más tiempo (52 años).
9 – Bugs Bunny es el 9º personaje de la historia que ha aparecido en más películas, por detrás de Hitler, Dios y Santa Claus pero por delante de Drácula (o eso dice el Libro Guiness de los Récords).
10 – Durante años, los dibujos animados Looney Tunes se consideraban entretenimiento para adultos, como Los Simpson en los 90.
11 – Warner tiene por costumbre remontar y redistribuir películas antiguas tras eliminar insinuaciones eróticas y caricaturas racistas. Ya puestos, borra tabaco, alcohol, drogas, violencia extrema, suicidios y actos peligrosos que pudieran ser imitados por los niños.
12 – En 1999, Warner autocensuró todos los cortos de Speedy González por considerar que el veloz y promiscuo ratoncito era una caricatura racista de los mexicanos. A los mexicanos, por lo general, les gustaba.
13 – En los 60 se fabricaron dos coches (el Plymouth RoadRunner y el Plymouth Superbird) cuyas bocinas imitaban el pitido del Correcaminos.
14 – Al principio Tweety (en español Piolín) no tenía plumas y se llamaba Orson.
15 – Tras recibir quejas por la desnudez del pollito, Warner Bros cubrió a Piolín de plumas amarillas y le dio una personalidad más dulce.
16 – En 2017, estuvo un par de meses ancorado en Barcelona un crucero temático de los Looney Tunes lleno de policías cuya misión era impedir un referéndum, en lo que podría considerarse el peor product placement de la historia de los dibujos animados. Repartieron hostias como panes, pero el referéndum se celebró igualmente.
17 – El gato Silvestre se llama así en homenaje gato montés (Felis silvestris) pero suele comportarse como gato doméstico (Felis catus).
18 – El lenguaje corporal socarrón de Bugs Bunny es una caricatura del de Clark Gable en Sucedió una noche.
19 – Elmer Fudd (Elmer el Gruñón) caza por deporte pero es vegetariano.
20 – La página web de Space Jam todavía puede visitarse tal y como era en los 90: spacejam.com
21 – El parecido entre el Demonio de Tasmania (también conocido como Taz o Claudio) y el demonio de tasmania (Sarcophilus harrisii) no es total.
22 – El sesentero tigre beatnik Cool Cat existió y era, como su nombre indica, tremendamente cool. Entre sus enemigos había los típicos cazadores pero también universitarios hippies.
23 – Juntar humanos con cartoons es un mismo fotograma no es moco de pavo, pero todavía es relativamente fácil en comparación con lo de juntar monigotes de Disney y de Warner. En la película ¿Quién engañó a Roger Rabbit? lograron ambas gestas.
24 – Casi todos los bichos que salen en todos los cortos de Looney Tunes son cuquis y tiene ojazos desproporcionados, pero hicieron un spinoff en el que los personajes fueron todavía más cuquis y con los ojos todavía más grandes. Lo llamaron Tiny Tunes y el cuquismo se les fue un poco de las manos.
25 – Marvin el Marciano no tenía nombre en los primeros dibujos animados en los que aparecía. El nombre se lo pusieron luego para catalogar mejor el merchandising.
26 – Así como los personajes Disney se prostituyeron para publicitar refrescos de la marca Fanta, los de Looney Tunes lo hicieron para publicitar refrescos de la marca rival Mirinda.
27 – Muchos personajes de Looney Tunes, pese a tener el mismo nombre, el mismo aspecto físico y la misma personalidad, aparecen en contextos y épocas históricas de gran variedad, y ejercen muchas profesiones no necesariamente relacionadas entre ellas. El ultraviolento Yosemite Sam (aquí, Sam Bigotes), por ejemplo, ha ejercido de guardia de prisión, guardia forestal, pirata, vaquero, legionario, chef, viquingo, jefe indio, duque, piloto, marinero y alienígena.
28 – La sensual y deportiva Lola Bunny fue creada adrede para el merchandising. Aparece por 1ª vez en Space Jam y se aparea con Bugs Bunny.
29 – Bugs Bunny y Lola Bunny, como Mikey Mouse y Minnie Mouse, se apellidan igual incluso antes de aparearse. Se entiende que son hermanos o, en el mejor de los casos, parientes lejanos.
30 – En un capítulo relativamente moderno de la serie, Emma Webster (la abuelita) tiene un flashback en que es joven y guapa y lucha contra los nazis con las Women’s Army Corps.
31 – Hay quien dice que ACME son siglas de A Company that Makes Everything, pero en realidad viene del griego ακμή, que significa cima o zenit. A principios del siglo XX era un nombre bastante habitual, muchas empresas y comercios se llamaban así para salir entre las primeras en las guías telefónicas y listados de anuncios.
32 – La personalidad de Porky varió casi tanto como su aspecto. En las perimeras películas en las que apareció hacía de niño, luego salió en otras haciendo de adulto antagonista, luego se convirtió en un adulto bueno.
33 – Piolín en catalán correcto se llama Piuet, pero la mayoría de catalanes lo llaman Piolín igualmente.
34 – Los Looney Tunes ya eran cuquis y los Tiny Tunes eran todavía más cuquis, pero forzaron un poco más la máquina y sacaron una serie llamada Baby Looney Tunes que estaba protagonizada por versiones bebé de muchos personajes emblemáticos. Los ultraviolentos salían, pero no hubo huevos de sacar a Speedy Gonzalez.
35 – El coste del crucero Looney Tunes ha sido archivado como secreto de estado, pero se estima que podría haber servido para abastecer unas cuantas bibliotecas escolares.
¡Eso eso eso es todo, amigos! Normalmente, cuando escribo ladrillos, son ladrillos sobre libros, pero de vez en cuando se puede hacer una excepción.
35 curiosidades sobre Looney Tunes https://t.co/mRmluwK8NV pic.twitter.com/pnvx4q9333
— Listo Entertainment (@listocomics) 16 de noviembre de 2017
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