1114. La brecha
«Sustituir el amor propio por el amor a los demás es cambiar un tirano insufrible por un buen amigo.» (Concepción Arenal)
«Sustituir el amor propio por el amor a los demás es cambiar un tirano insufrible por un buen amigo.» (Concepción Arenal)
El mes pasado en lo de Cómo ganar dinero con los webcómics contaba algunos sistemas para sacarse unos durillos poniendo publicidad de diferentes tipos en un webcómic. Hoy pretendía pegarme el rollo sobre otros trucos que, en lugar de basarse en ayudar a otros a vender sus cosas a nuestros lectores, consistirán en tratar de ser nosotros mismos los que vendamos cosas. Los trucos que se dieron en la primera parte eran fáciles pero poco lucrativos, creo que los de hoy pueden llegar a dar más pasta pero también requieren más tiempo, trabajo y talento. Así de dura es la vida. Si lo que quiere usted es comprarse un cochazo deportivo y una casa bonita con jardín y piscina, no podemos más que alertarle de que los webcómics no son el camino, y seguramente los cómics en general tampoco, pero si siente usted la llamada del noveno arte y gusta de dibujar y gusta de compartirlo con cuanta más gente mejor, pues vale la pena, ya puestos, sacarse unos durillos para vicios.
Las cosas que un webcomiquero puede tratar de vender son unas cuantas: libros en papel, libros digitales, páginas originales, cómics por encargo, camisetas, gorras, chapas, relojes y trastos en general… y, ya puestos, el propio webcómic y el propio autor del cómic (preferiblemente en sentido figurado).
Que vender cómics en papel sea una de las formas más molonas de rentabilizar un webcómic puede sonar a paradoja, pero bueno, así es la vida, y es bonito que ahí fuera haya un montón de gente dispuesta a pagar por tener en papel algo que ya ha leído gratis online. A pesar de todas las ventajas de los webcómics, los cómics en papel lo siguen petando.
Algunos editores avispados han apostado ya por los webcómics y han publicado recopilaciones de RIP, Miau, El joven Lovecraft, Interneteo y aparatuquis, La Guarida del Leviatán, Cripta del Horror Innombrable (Diábolo), ¿Dónde está el guionista?, Conejo Frustrado (Dibbuks), Moowiloo Woomiloo (Entrecómics Cómics), Let’s Pacheco (¡Caramba!), ¡Escucha esto! (Astiberri), Bonache (Norma), e incluso el álbum amarillo de El Listo (TMEO).
Todavía hay quién cree que tratar de vender en papel lo mismo que se ofrece gratis online no es buena idea, pero algunos editores empiezan a verlo como una apuesta segura y les parece razonable invertir pasta en un tebeo que ya se ha comprobado que funciona perfectamente online, que ya tiene su público y que es muy probable que buena parte de este público compre el libro.
Pero los editores no pueden estar en todo, y a veces patinan y dejan escapar bombazos como el Pardillos de Aza. Si no lo conocéis es que vivís debajo de una piedra, porque a muchos artistas incomprendidos nos encanta el ejemplo de Aza y de vez en cuando nos reunimos alrededor de una fogata y nos contamos su leyenda. La leyenda de Aza dice que trató de mover su proyecto por las editoriales pero, como nadie se animó a poner pasta para editarlo y promocionarlo, optó por hacerlo él mismo desde su web, y -¡oh!- se convirtió en un superventas del cagarse. No sé yo si hay alguna lista oficial de los tebeos más vendidos en España, pero es del dominio público que en los toptens del Fnac estuvo como en su propia casa durante meses y meses. ¿Cuántos ejemplares ha vendido ya? ¿Treinta mil? Se rumorea que ahora los editores persiguen a Aza por los pasillos y lo invitan a champán para tratar de emborracharlo y que les firme cosillas, pero el tío les dice que no, que ya da igual, que no se molesten, que no es que les guarde rencor, es sólo que prefiere seguir haciéndolo todo él y quedarse toda la pasta de las ingentes ventas de sus tebeos en lugar de el mísero 10% del PVP que suele llegar a los autores que publican por el sistema tradicional.
La verdad es que el bombazo de Pardillos fue algo excepcional, para qué engañarnos, pero cada vez son más los autores que descubren que estamos en el siglo XXI y que editar libros es mucho más fácil y mucho más barato de lo que los editores profesionales les gustaría hacernos creer. A modo de ejemplos, hete aquí las Crónicas PSN, el Cargols, El Vosque, La Legión del Espacio, el Dragon Mail, el Eager Scout, La Abuela Manuela, 404, El suceso Nowley, Serie B Cómics, Spooky y Dodgys tale.
El álbum amarillo del Listo lo sacaron los valientes del TMEO, pero yo me autoedité un libro de cachondeo en prosa, El gran libro de la cinefilia, y ni me molesté en tratar de colarlo en una editorial, porque me pareció que tenía poco potencial comercial y que tardaría más en encontrar editor que en editármelo yo mismo y encontrar lectores. Y sí. Pese a recopilar artículos publicados anteriormente en La Cinefilia, Filmaffinity y IMDB, vendí medio millar de ejemplares. No es un azazo, pero me sentó bien, y seguramente me generó más durillos que si lo hubiese sacado con una editorial de verdad. Le puse un PVP de 15€ y, con la tirada de 500 ejemplares, a mí me salía cada uno de ellos por menos de 3€. Algunos se vendieron en tiendas (a través de la distribuidora SD) y de ellos sólo me llegaba el 50% o el 40% del PVP, pero muchos los que vendí yo mismo (en salones y fiestas o cobrándolos por Paypal y mandándolos por correo) y de esos me salía un buen margen.
La imprenta con la que trabajé (y que me fue bien y he recomendado a mucha gente) se llamaba Publidisa. Luego he oído a varios fanzineros criticarla por haberse columpiado con los envíos, pero yo no tuve ningún problema y no conozco alternativas mejores (de hecho, otras imprentas con las que contacté antes de dar con Publidisa me parecieron bastante impresentables, la mayoría de ellas parecían tener tan pocas ganas de ganar clientes que se negaban a darme un presupuesto si no iba a visitarlos en persona). Pero bueno, si vosotros habéis trabajado con alguna otra imprenta que esté bien contadnos la experiencia en los comentarios y la enlazaremos aquí.
Existen sistemas de impresión bajo demanda en los que tu subes un PDF y cada vez que alguien paga se imprime un ejemplar del libro y se lo mandan directamente al comprador, de manera que los autores-editores no tienen que hacer ninguna inversión inicial ni guardar cajas en casa ni pasar cada semana por correos a llevar paquetes. El anglicismo molón de uso habitual es payperprint, y los sitios más populares para hacerlo son Lulu y Bubok.
Así en confianza, yo no recomendaría la impresión bajo demanda a nadie. Los costes de impresión de un solo ejemplar más los costes de envío suelen salir mucho más caros que imprimir un montón de ejemplares directamente en una imprenta. Ahorra un poco, macho, o pídele pasta a alguien, que, sea cual sea tu volumen de ventas, dudo que un payperprint te salga a cuenta.
Lo ilustro con unas números orientativos que me saco de la manga (los números reales serán parecidos pero dependen de la cantidad de páginas, ejemplares, etc):
Un libro en payperprint te puede costar 17 leros, que se convierten en 20 con los gastos de envío, y con sólo que quieras ganar un eurito por ejemplar ya vas a los 21, de manera que para ganar 50 euritos tendrías que vender 50 ejemplares, es decir que tus amigos, familiares y lectores apasionados tendrían que meter entre todos más de 1000 euros. Vale la pena replanteárselo y tratar de reunir primero los 1000 euros aunque sea gorreando a tus padres, porque, por ese precio, tratando directamente con una imprenta seguramente puedes conseguir sacar 500 ejemplares a menos de dos euros cada uno, de forma que si los vendes a 10 euros tus lectores se ahorran 10€ respecto al payperprint y tú te sacas una pasta y encima seguro que te sobran un montón de ejemplares baratos y puedes regalarlos a la prensa, a las celebrities que te caigan bien y a tus compañeros de trabajo cuando celebréis el amigo invisible. Y todos contentos excepto las empresas payperprintistas, que parece que estén tratando de aprovecharse de la ilusión y la ignorancia de los autores noveles.
Pero bueno, eso es sólo mi opinión, y quizá está equivocada, porque me consta de varios cracks que han apostado por payperprintar y quizá saben lo que se hacen. Por ejemplo XDCómics, Clickina, En clase no se dibuja y SkiZ.o.Book.
Sin embargo, adelantar tú la pasta y tratar directamente con una imprenta tiene la dificultad extra de que los precios de impresión dependen de cuantos ejemplares saques, y eso ya es una decisión que has de tomar tú mismo después de sospesar el tamaño de tus órganos reproductores, o al menos después de tratar de estimar tus ventas potenciales. La coña está en que a más ejemplares impresos, más barato te sale cada uno, pero más pasta tienes que invertir y más montones de cajas llenas de libros tendrás luego en casa.
Existe la opción del crowdfunding, que consiste en liar a tus posibles compradores y tratarlos como “microinversores” para que te suelten la pasta por anticipado, incluso antes de que imprimas nada. Verkami y Goteo ofrecen las herramientas necesarias para llevar a cabo estos tejemanejes de forma bastante transparente, pero, por supuesto, se quedan un porcentaje de la guita, y, por supuesto, el número de personas dispuestas a pagar por un tebeo incluso antes de que éste imprima suele ser menor que el de personas que pagarían por él después de haberlo visto.
Yo no lo he probado, pero mi amigo Franchu hizo crowdfunding para su Cargols y el maestro Aza también lo hizo para su último tomo de Pardillos, y creo que les fue muy bien a ambos.
Sin embargo, si crees que es probable que los “microinversores” que te van a finanzar la broma sean tu familia, tus amigotes y un par de compañeros del trabajo, casi recomendaría dejarte de verkamis y pedirles directamente que te presten dinero sin intermediarios. Y con lo que te ahorres de las comisiones verkámikas seguro que hasta los puedes invitar a cenar y a tomar algo.
Luego está el tema de los libros digitales, e-books, e-cómics o cómo quieran llamarlos.
Tener cómics online y querer venderlos en PDF es algo todavía más raro que querer venderlos en papel, pero parece que también funciona. Y quién dice PDF dice MOBI, EPUB, CBR, CBZ o cualesquiera que sean los formatos de moda en este momento para kindles, tabletas y dispositivos de lectura.
El coste de producción de un libro digital es cero (si no contamos el coste del rato que te pasas escribiendo, dibujando, maquetando y tratando de decidir qué formato usar), y encima no hay que tener cajas en casa. Puedes cobrar por Paypal y mandar directamente el archivo por mail o dar un password para descargarlo de un Dropbox o similar.
A simple vista esto puede parecer un invento de mindundis, pero Marvel y DC, los dos gigantes del negocio del cómic americano, venden un montón de tebeos electrónicos y a unos precios que no sé si estaría yo dispuesto a pagar ni aunque fuesen en papel.
En España existe Koomic, especializada en estos inventos, pero si eres capaz de hacer un webcómic casi seguro que eres capaz de hacer un e-cómic y venderlo tú mismo sin que nadie te gorronee. Ya lo están haciendo (con desconcertante éxito): Runtime-Error, Aza y Andrés Palomino.
Algún día sacaré yo también las versiones digitales de El gran libro de la cinefilia y del álbum amarillo del Listo pero nunca encuentro el momento.
¡Pero no todo va a ser vender cómics! Según How to make webcomics y The Economics of webcomics, en USA más de un pintamonas se saca una pasta vendiendo trastos con el careto de los personajes, lo que los expertos en marketing recomiendan llamar merchandising para que suene guai.
Los ejemplos de trastos que pueden colar como merchandising si dibujas en ellos el careto de tus personajes o el logo de tu webcómic son infinitos: tazas, chapas, llaveros, gorras, sudaderas, calzoncillos, alfombrillas para ratón, pinganillos USB, relojes, peluches, muñecos de fieltro, bolígrafos…
Como con los libros, es fácil imprimir merchandising con un sistema payperprint pero no lo recomiendo porque lo elevado del precio te deja muy poco margen para sumarle algo para ti y que todavía te salga un PVP pagable.
Sin embargo, montar una tienda payperprint con Spreadshirt o Zazzle es tan sencillico que no cuesta nada probarlo. Paso de enlazar la que hice yo porque salía tan cara que no vendía nada y ya ni sé cual era el password de acceso, pero podemos ver los ejemplos de las tiendas online de Con dos tacones, Sinergia sin control y Cargols.
A parte de los payperprints, si te da palo hacerlo tú solo también puedes ponerte de acuerdo con algún socio para que se curre él la impresión y distribución de las cosas y te pase unos durillos por el diseño. Para mí, por ejemplo, fue un placer editar y vender mi propio libro, pero lo de hacer merchandising me da un palazo considerable, supongo que esto debe ir un poco según el carácter. Pero si me lo hacen otros y sólo tengo que pasarles dibujitos, es un gustazo. Yo saqué una línea de tazas con Camaloon y quedaron chulas, los ingresos fueron pocos pero es mucha la ilusión que me hace que alguien desayune con el careto del Listo en el recipiente de los crispis. Y Maribel Carod, por ejemplo, hizo chapas con Modern City y nos lo recomienda.
Pero ojo. Empiezo a pensar que es un clásico de la emprenduría joven española el montar una tienda de chapas o camisetas en Internet. Camaloon es de fiar, pero normalmente lo que ha pasado cuando alguien me ha pedido diseños para camisetas es que les he mandado el diseño y nunca más he sabido de ellos. Quizá se forraron a mi costa y ahora están en el Caribe tomando caipirinhas bajo un cocotar, pero lo más probable es que su nivel de ventas fuese modesto y la tienda desapareciese del mapa en cuanto se les terminó el contrato del dominio. Con lo cual quiero decir que a veces no vale la pena invertir tiempo y energía en proyectos con desconocidos cuya solvencia desconoces.
Lo de las camisetas merece mención a parte porque corre la leyenda que las camisetas son el producto estrella de cualquier gama de merchandising, pero vender o comprar camisetas por Internet tiene un problema extra que ya conoceréis todos los frikis capaces de comprar ropa sin probárosla.
Hace un par de años, diseñé (es un decir, en realidad reciclé el diseño de la portada del álbum amarillo) una gama de camisetas Listo Fashion monérrimas y las puse a la venta en la tienda de un camisetero que no conocía en persona pero que me cayó bien porque también dibujaba cómics y eso inspiraba confianza. Por si acaso, antes de promocionar nada, le compré una camiseta talla L para ver qué tal salían. La calidad de la tela era buena, pero me la puse y me vi como un salchichoncito. Digamos que dejaba poco a la imaginación. No tengo el cuerpo de Justin Bieber, pero tengo otras camisetas talla L que me entran mejor, y a veces hasta quepo en camisetas talla M, ojalá la ISO se pusiese las pilas y organizase un buen estándar de tallas. El caso es que no me llegó a llegar ningún dinero de camisetas que mi socio hubiese vendido vía web, pero yo sí que me gasté una pasta comprándole un montón, para vendérselas a todos los amigos que querían una y que se pudiesen ahorrar los gastos de envío. Unos cuantos de ellos tienen unas dimensiones similares a las mías o superiores, y les pillé pues la talla XL. Cuando llegó el envío, yups, el camisetero había cambiado de proveedor y las camisetas eran inmensas, en plan túnica. Hablé con el camisetero y primero me dijo que no me preocupase, que me mandaría otras del tamaño adecuado, pero luego se lo repensó y no le pareció necesario ni mandarme otras ni devolverme el dinero ni avisarme del cambio de opinión, y me quedé con un montón de camisetas extragrandes que no me pareció correcto vender a mis amigos de tamaño no tan grande. Durante un tiempo, cada vez que conocía un gordo simpático, le regalaba una camiseta.
La conclusión que yo saqué es que el mundo del prêt-à-porter es un coñazo, pero Andrés Palomino discrepa. Él mandó a imprimir 100 en la tienda de Camisetas Barcelona, le salió por menos de 3 euros cada una y las vendió a 10€ o las incluyó en packs con sus libros recopilatorios. La mayoría de tallas ya se le agotaron (las primeras, las más grandes).
También es posible vender los originales de los cómics que subes a la web. Esto es más factible si eres de aquellos artistas que dibujan bonito. A mí se me haría un poco raro, porque sí que empiezo dibujando en papel, pero luego borro muchos errores y edito mucho con el ordenador. Si alguien quisiese comprar un original del Listo, así en confianza, cabría la posibilidad de que no encontrase el original concreto o que estuviese en condiciones poco vendibles, pero podría disimular y volverlo a dibujar con más cuidado. Ahora mismo, el único autor en castellano que he encontrado que venda originale y lo anuncie en la web es José Fonollosa, pero me han llegado rumores de que también lo hacen Jordi Bayarri e Iván Sarnago.
De hecho, Sarnago y Chapu fueron ido un paso más allá y se dejaban contratar para dibujar caricaturas en directo en bodas, bautizos y funerales. Todo el mundo tiene ya mil fotos de todos sus amigos, pero un caricaturista puede darle mucha vidilla a un evento social.
Los encargos son otro sistema al que recurren varios webcomiqueros, algunos de ellos llegando a vivir exclusivamente de esto. Se trata de ofrecer a los lectores la posibilidad de comprar cómics personalizados, no sólo para fardar en eventos sociales, sino también para darle un toque divertido al blog de un negocio, o, ya puestos, diseños de logos y avatares, ilustraciones para carteles, portadas de discos, viñetas promocionales…
A diferencia de los cómics patrocinados de los que hablábamos el otro día, un encargo no tienen por qué publicarse en tu webcómic, se supone que el cliente lo quiere para ponerlo en algún otro sitio, pero si te queda chulo igual te interesa publicarlo igualmente, porque la gente es muy borrega y presumir de un encargo bien hecho es una forma de atraer nuevos encargos.
Ojo, hacer cómics o ilustraciones por encargo también tiene más tela de lo que creíamos los que no habíamos hecho nunca ninguno, porque no sabes qué es exactamente lo que quiere el cliente y averiguarlo es parte de tu trabajo. Normalmente él te lo cuenta, crees que lo entiendes, lo dibujas, se lo enseñas, y te dice lo que tienes que arreglar o corregir, y este proceso se puede repetir entre una y mil veces. Por muy virtuoso que seas, si crees que acertarás a la primera seguramente estás viviendo en la casa de gominolas del país de las piruletas. Mauro Entrialgo me enseñó el truco de avisar de antemano de que los cambios se cobran a parte, para minimizar las posibilidades de que el tema de los retoques y correcciones se eternice. Otro consejo de los expertos es cobrar un cachito por adelantado, para minimizar las posibilidades de que el cliente desaparezca cuando ya le hayas hecho el trabajo.
Por supuesto, en los primeros encargos que te hacen te da vergüenza regatear e incluso plantear condiciones, con lo que es probable acabar haciendo el primo, cobrando mil años más tarde o no cobrando.
Ojo también con la novatada de aceptar con entusiasmo encargos con condiciones por concretar, que hay algunos que son una tomadura de pelo. Por ejemplo una vez una empresa de aplicaciones para móviles nos pidió una serie de tiras cómicas que nos trajeron un pequeño curro y que no llevaron a nada. No querían las tiras del Listo normales, querían dos series de tiras intituladas Chicos malos y Sólo chicas que a pesar de llevar semejantes títulos no debían versar sobre temática gay. En realidad, hasta nos pidieron que no dibujásemos gente desnuda y que no mencionásemos partes divertidas del cuerpo humano. Era importante que no hablásemos de ‘penes’ porque el target del asunto eran adolescentes de 15 a 20 añitos. Me estrujé el cerebro para sacar algunos juegos de palabras de humor blanco, se los pasé a Octavi Navarro para que los dibujase y… Ni siquiera se molestaron en respondernos el mail. Luego oímos rumores de que no sólo nos habían hecho perder el tiempo a nosotros sino también a otros webcomiqueros que luego han prosperado pero que en aquel momento eran tan pardillos como nosotros. En nuestra inocencia había confundido un encargo con una invitación a un casting.
Pero no todo han sido chascos. También he dibujado algunos cómics personalizados que han llegado a puerto y hasta han sido cobrados, como uno para una boda de escépticos, uno para una web de reformas, una serie de tiras para la revista del CEESC…
Ejemplos de otros valientes webcomiqueros que aceptan encargos son Joan 13, Ismurg, RuntimeError, Fadri, Franchu, JRMora y José Fonollosa.
Podéis ver que cada cual tiene su propia tabla de precios, según su dignidad particular, su autoestima, su prestigio y el tiempo que dedica a hacer cada monigote. Yo personalmente lo que aspiro a cobrar por un cómic por encargo depende por supuesto de la complejidad del asunto, pero, de modo orientativo, serían unos 100€ por un cómic de una página, 50€ por una viñeta suelta, y 10€ por cada cambio o grupo de cambios (entendiendo como “grupo de cambios” todos los cambios que me dicen en el mismo mail y que puedo apañar en una sola sesión de curro).
Pero no todo va a ser vender cosas físicas, también puedes tratar de vender el acceso al webcómic, en lo que técnicamente se denomina “poner puertas al campo”. Se trata de permitir el acceso a tus viñetas sólo bajo previa suscripción. El admirado Jordi Bayarri usa este sistema en su webcómic Enchantae y le va bien. Dice que en las rachas buenas ha llegado a tener picos de 200 suscriptores de pago que le generaban 2.000$ cada mes. ¡Eso no lo gano yo ni trabajando!
La verdad es que yo no me atrevería a convertir Listocomics.com en una web de pago, porque temo perder a los lectores aficionados al “todo gratis”, pero el efecto Bayarri me fascina tanto o más que la leyenda de Aza. Y ya os confieso aquí y ahora que si pudiese estar seguro de tener tanto tirón como para que 200 personas pagasen cada una 10€ mensuales por leer El Listo, cedería mi plaza de funcionario a alguien con más vocación docente y me comprometería a dibujar una tira nueva cada día.
Scott McCloud, el gurú, ideó un sistema de micropagos que consistía en que, en lugar de pagar cuotas mensuales, los lectores podían pagar página a página (unos pocos céntimos por cada una de ellas), pero no me consta que este sistema haya cuajado ni siquiera en la próspera América del Norte, porque uno o dos céntimos parecen poco cuando los añades o los restas a un pago normal, pero si para leer una página de un tebeo hay que entrar la tarjeta de crédito, aunque sea para hacer microtransacciones, es comprensible que a la mayoría de navegantes les de pereza.
También puedes tratar de permitir a tus lectores entrar gratis en tu página pero luego pedirles dinero con un botoncito de donaciones vía Paypal. Esto se conoce técnicamente con el nombre de mendicidad electrónica. Según mis investigaciones, la mendicidad electrónica puede funcionar muy bien en casos puntuales, en plan “una ayudita, por favor, que se me ha estropeado la tableta gráfica y no volveré a dibujar hasta poder comprarme una nueva” o “una ayudita, por favor, que tengo cáncer y no me llegan los ahorros ni para la quimioterapia ni para la colonoscopia y si me muero es quedáis sin webcómic”, pero no suele funcionar de forma continuada.
Por supuesto, si quieren ustedes agradecer materialmente toda la sabiduría que les estoy soltando en este artículo, pueden demostrar que mi desconfianza en la mendicidad electrónica está injustificada donando unos durillos aquí mismo:
Otros ejemplos de webcómics que, como en la peli del tranvía llamado deseo, confían en la bondad de los desconocidos y tienen el botón de donaciones del Paypal esperando que os paséis a soltar unas moneditas son HTZ, Miau, Oseano.
Y, ya puestos, comentemos también la posibilidad de ganar pasta en concursos. Conozco a varios poetas que se pasan el día ensobrando y mandando cosas a los ayuntamientos de los pueblos porque cada año hay unos cuantos premios de poesía remunerados (y algunos de ellos no están preadjudicados al sobrino del alcalde) y dicen que ganar premios literarios es casi la única forma que tienen ellos de lucrarse con sus versos. La creencia popular es que con los cómics esta opción está más chunga, porque hay pocos concursos y los que dan pasta suelen apostar por autores editados por editoriales potentes, mientras que los concursos que se atreven a premiar a amateurs suelen regalar lotes de tebeos y/o un vale para un cursillo de cómic en la escuela Joso… pero no, concursos remunerados haberlos haylos, lo que pasa es que hay que buscarlos por los pueblos, hete aquí el generoso listado de concursos que se curró José A. Serrano en 2010 (ahora habrá algunos menos por los recortes en cultura).
La inmensa mayoría de estos concursos, eso sí, pasan como de la mierda de aceptar JPGs y páginas web, quieren las cosas imprimidas y ensobradas, como en el siglo pasado y el anterior. Eso, para los que vivimos en esta época, es un engorro, pero aquellos que sean capaces de encontrar un ratito para imprimir y ensobrar pueden considerar este engorro como algo molón, ya que muchos dibujantes de cómics que quizá son más buenos ni se molestarán a participar para no arriesgarse a perder tiempo y tinta de impresora en algo de resultados inciertos.
Yo de pequeño gané una bici en un concurso del PRYCA, y luego, ya más mayorcito, participé en el concurso de cómics de Porta Sóller y no saqué nada, pero moló porque el tío que me ganó fue mismamente Edgar Cantero, el que ahora responde las cartas del Jueves con el Monteys. Y supongo que me dio por pensar que quizá para ganar concursos había que dibujar un poco más en plan artístico que como lo hago yo y no volví a participar en ninguno hasta que por casualidad me enteré de un concurso contra la violencia de género que aceptaba trabajos en JPG. Les mandé pues un JPG y me regalaron un iPod.
La verdad es que no conozco ningún ejemplo de webcomiquero que haya ganado un buen premio en cash, pero creo firmemente que podría llegar a suceder.
Y esto ya casi está, pero me he guardado para el final las formas de ganar dinero con un webcómic que me parece a mí que son las que de verdad te pueden llegar a permitir pagar la hipoteca de un piso pequeñito. Son dos: a) que tu webcómic forme parte de algo más grande y b) que tu webcómic funcione a modo de carta de presentación para que te contrate alguna revista o periódico serios.
Con lo de formar parte de algo más grande me refiero a lo de las webs poderosas, consolidadas, con lectores y anunciantes, que tienen una sección con viñetas (y que igual paralelamente las están publicando en papel pero que igual no), y que, en un acto de generosidad, ¡pagan al dibujante!
Ejemplos de sitios web que pagan por los contenidos viñetiles que publican serían: ElJueves.es, o las secciones de humor gráfico de ElPaís.com, LaVanguardia.com, 20minutos.es…
Uno de los mejores y más exitosos webcómics de todos los tiempos fue Interneteo y aparatuquis, de Mauro Entrialgo, y lo hacía por encargo de El País.
Es interesante fijarse en que, en general, hoy en día un trabajo para una web de un periódico importante todavía se valora menos que un trabajo que vaya a la versión impresa. Sirva de ejemplo la batallita sobre El año que trabajé en 20 minutos (que, todo hay que decirlo, en el fondo moló, porque cuando lo conté en el blog obtuve la repercusión que me habían prometido cuando firmé el contrato, y porque nos consta que ahora pagan a los pocos viñetistas que se quedaron).
Y, bueno, el listado de dibujantes que firmaron contratos remunerados (en general en medios impresos) y que seguramente lo consiguieron por haberse consagrado antes poniéndolos gratis online, es cada día más largo: Morán en El Jueves, Bonache en ¡Dibus! y Dolmen, Mike Bonales en 20 minutos, Ferran Martín y JRMora en La Información, Ismurg en Teambox, RuntimeError en MAD…
Los cebolletas de Ficómic todavía dicen en sus notas de prensa que los fanzines son la auténtica cantera del cómic español, pero yo a los autores noveles lo que les recomendaría es hacer webs.
Y creo que ya está, estos son todos los modos de tener ingresos con un webcómic que se me ocurren. Sólo puedo añadir que, en general, estos ingresos aumentarán: a) si te posicionas en un nicho y tratas temas concretos que fomenten el consumo, b) si trabajas en un idioma que se hable en los países más desarrollados (por ejemplo, los webcómics en inglés suelen ser mucho más lucrativos que los cómics en castellano) y c) si aumenta el número de lectores de tu webcómic (aquí explico cómo).
Lo mejor es lo de aumentar el número de lectores, por supuesto, lo que tratamos de conseguir todos; lo del idioma es un truco que les sale bien a la mayoría de europeos, pero es un rollo si vives en un país con un sistema educativo deficiente como España, que si haces un webcómic en inglés te quedas sin los lectores de tu entorno; y lo del nicho lo recomiendan mucho los yankis, pero a mí personalmente me da un poco de palo (si os animáis a probarlo, mi consejo es buscar un tema para tu webcómic que no sea el de los videojuegos, que ya hay un montón y la mayoría no hacen mucha gracia).
Y sólo me queda desearos que tengáis mucha suerte y prosperidad y, por si acaso, que no dejéis los estudios.
Casi siempre que se habla sobre webcómics sale enseguida el tema pecuniario (ya decía Wilde: “Cuando se juntan varios banqueros, hablan de arte; cuando se juntan varios artistas, hablan de dinero”), pero hablar de dinero es un poco como de mala educación y hacerlo a menudo aburre, así que me propongo poner por escrito todo lo que sé del asunto para poder pasar página y que en posteriores encuentros mi cháchara pueda enfocarse hacia asuntos con más fondo, como la relación entre forma y función o la trascendencia social de los tebeos underground.
Yo personalmente no me he forrado con esto, pero me he leído toda la bibliografía existente sobre el tema del lucro webcomiquero, que consta de dos libros: How to make webcomics (Scott Kurtz et al, 2008) y The economics of web comics (Todd W. Allen, 2007). La verdad es que no desvelan grandes trucos, pero en el How to make webcomics encontré la frase de Oscar Wilde que he puesto en el párrafo introductorio y que me parece muy graciosa.
Puedo confirmar que sí, que es posible hacer webcómics que den dinero, y que hay unos cuantos autores que se dedican a esto tan profesionalmente que hasta han dejado sus otros empleos. Pero también es posible convertirse en astronauta y también es posible convertirse en pornostar. De hecho, comparando las cantidades de personas que se dedican profesionalmente a cada uno de los tres gremios, casi diría que, estadísticamente hablando, parece más factible viajar al espacio o participar en gang bangs con voluptuosas señoritas que pagar la hipoteca poniendo tebeos en Internet. Con esto no quiero desanimar a ningún pintamos de seguir fantaseando que se lucra con su web como Brad Guigar, Dave Kellet o Scott Kurtz, porque soñar es gratis y no hace tampoco daño a nadie, pero vale la pena no olvidar que también tenemos a nuestro alcance fantasías más realistas como que estamos en una estación espacial con Sasha Grey y Ashlynn Brooke y aprovechamos la ingravidez para explorar algunas acrobacias que no serían factibles en condiciones de gravedad terrestre.
Pero unos durillos sí que es fácil sacarlos, a veces incluso los suficientes para pagar el hosting y tomarse unas cañas de vez en cuando, y os voy a contar varios métodos para llevar a cabo esta ambiciosa empresa. Algunos de estos métodos los he probado personalmente, con desiguales resultados, otros los he visto llevar a cabo con mis propios ojos, otros me los han contado y me los he creído.
La primera fuente de monedas de cualquier webmaster amateur son los banners de publicidad de Google Adsense. Suele ser este el primer pasito de cualquier webcomiquero ansioso de dineros porque es muy fácil probarlo y porque Google es cómo el McDonalds de Internet, está siempre ahí y, aunque el trato que ofrezca sea una mierda, a veces nos gusta más malo conocido que malo por conocer.
Ponerse Adsense es fácil. Te das de alta aquí, rellenas cuatro campos y te dan un código para pegar en tu web allí donde quieras que aparezca el banner.
La pregunta que suele hacer la gente que todavía no lo ha probado es si un webcómic con Adsense da mucho dinero. La respuesta corta es «no». La respuesta larga es que yo que sé, eso depende de cada caso particular, en función de factores como: a) del tráfico que tengas, b) la temática de tus viñetas, c) lo mucho que estés dispuesto a joder el diseño de tu web añadiendo banners que cambian solos y que pueden llegar a ser muy feos y d) de lo tontos que sean tus lectores.
Perdón por lo de tontos, se me ha escapado. Todo mi cariño para las personas que clican de anuncios Adsense, no querría enfurruñarlos porque, aunque no tienen pinta de ser muy espabilados, son los lectores más queridos por cualquier webmaster.
Esto es así porque Adsense te paga más si tus lectores clican en los banners, y, aunque he oído rumores de que hay webs en las que este suceso ocurría de forma natural al sentirse los lectores atraídos por los productos anunciados, la verdad es que no solía ser el caso de los lectores de Listocomics.com. Os daría números concretos, estadísticas de CPMs y precios por clic, pero los “Términos y Condiciones” del GA me prohíben divulgar los porcentajes de clics u otras estadísticas relacionadas con la actividad (en serio), así que, sin entrar en porcentajes y estadísticas, diremos solamente que mis lectores son más listos que el hambre y durante el tiempo que probé Adsense sólo me clicaban en los banners los sábados por la noche cuando volvían de fiestas solos y borrachos y navegaban así como en una nube.
Y eso que la publi que te pone Adsense es publi «contextual», es decir que los duendes de Internet se ponen en plan orwelliano con la intención de adivinar cuales son los productos que pueden interesar a tus lectores (cuando yo hacía un chiste sobre resacas, por ejemplo, me salía publicidad de centros de desintoxicación para alcohólicos) y a veces eso puede llegar a dar un valor añadido a los blogs.
He leído en algún sitio que la publicidad contextual no funciona bien en webcómics porque hay más imagen que texto, pero ustedes ni caso. Google sabe lo que se hace y sabe de qué trata tu webcómic por los títulos, las etiquetas y los comentarios.
Pero bueno, el caso es que ni con el rollo de la contextualidad me salían banners dignos de ser clicados. Además, Adsense da un poco de rabia porque a) no te paga cada mes (se espera a pagarte al mes siguiente del mes en el que hayas acumulado 100$), y b) porque no te dice cuanto están pagando los anunciantes por aparecer en tu sitio ni qué porcentaje de esa pasta se está quedando el gigante blanco. Tú sólo ves que de vez en cuando alguien ha hecho clic y por ese clic te pagan entre 1 céntimo y 1 euro, en apariencia al azar.
Por supuesto, Google te vigila y si te clica mucha gente desde la misma IP o desde la misma ciudad te banea. Y, ojo, si te banea cuando tienes acumulados 99$, no llegas a ver ni un duro. Los anunciantes, sin embargo, ya han pagado a Google y no se piensen ustedes que Google les va a devolver la guita. Dice la leyenda que el lema de la empresa es «Don’t be evil», pero que son un poco comadrejillas es innegable.
El caso es que yo lo probé un tiempo y luego me harté y lo quité de todos los sitios, pero podéis encontrar algunos webcómics que todavía usan Adsense y juzgar vosotros mismos si queda feote o no tanto. Por ejemplo: La pulga snob, HTZ, Gargotaire.
También es posible poner banners de publicidad con otros intermediarios que no sean Google. Hay unos cuantos, yo sólo he probado Project Wonderful y Zanox. Aunque son menos poderosos que Google en lo que se refiere a número de anunciantes, ambos ofrecen unas condiciones menos oscuras que el monstruo blanco.
Project Wonderful es un invento de Ryan North, el de Dinosaur Comics, y yo creo que es un valor añadido extra el que la mayoría de usuarios y anunciantes sean webcomiqueros, con lo que ya te viene el target segmentado, como les gusta a los gurús del marketing.
Ponerse Project Wonderful también es fácil. Te das de alta aquí, rellenas cuatro campos y te dan un código para pegar en tu web allí donde quieras que aparezca el banner.
PW tiene varias ventajas respecto al GA: a) no cuenta los clics, te pagan en función del rato en que sale el banner, b) el proceso de selección de los banners que aparecen es transparente y controlable, y c) PW indica el pellizco que se queda de forma honesta, concretamente un 25%.
Es decir que no sólo los banners que aparecen suelen molar más que los que pone Adsense, sino que encima tú cobras igualmente aunque los banners sean mierders y no los pulse nadie, porque los anunciantes pujan por ocupar el espacio de publi de tu sitio en plan subasta, el que más dinero ofrece es el que sale (siempre y cuando tú lo apruebes) y encima ves que hay una relación transparente y honesta entre lo que paga el anunciante y lo que cobras tú.
Pero tiene un problemilla extra, y es que todavía hay pocos anunciantes que quieran poner sus banners en páginas en español y eso implica que las subastas terminan rápido y la pasta que te llegan a ofrecer por el espacio es también modesta. La única forma de saber exactamente cuanto estarán dispuestos a pagar por aparecer en tu sitio es probarlo. He oído a más de uno afirmar que PW les da más pasta que GA (pero casi todos tenían una versión en inglés de sus viñetas), y también he oído alguno afirmar que GA les da más pasta que PW. Pruebe usted ambos y descubra cual es su caso.
Algunos ejemplos de webcómics que usan el Proyecto Maravilloso son: Un millón de monos, Dragon Mail y Oseano.
Zanox es otro mundo, funciona campaña a campaña, puedes ponerte anuncios de los productos que crees que pueden interesar a tus lectores, eligiendo entre mil marcas de lo más variadas como La Redoute, Moleskine, e-Dreams, Groupon, Iberia, ToysRus, Tomtom, Redcoon, Phone House, El Corte Inglés, Tommy Hilfiger, Atrápalo, Genesis… y cada una viene con sus condiciones, pero suelen pagar en función de las ventas. Es decir, si muestras el anuncio durante meses y la gente lo clica de vez en cuando pero no compra nada, no ves un duro, pero cada vez que alguien clica en tu enlace y luego compra algo, te llevas una comisión, que puede ser un porcentaje (normalmente del 5% al 10%) o directamente 5€ o algo así.
Este trato también debe funcionar mejor si tu webcómic está especializado en temas que fomentan el consumismo, a poder ser de cosas caras (supongo que podría colar especialmente bien en cómics sobre videojuegos o gadgets tecnológicos), pero si yo trato de pensar qué clase de productos pueden interesar a los lectores de Listocomics.com lo que me vienen a la cabeza suelen ser cosas que no se venden, riquezas espirituales y cultura gratis, lo cual me parece muy bonito, pero me complica el negocio.
Por si acaso me equivocaba, me di de alta en Zanox y probé a anunciar libros vía Fnac. Mis lectores van un poco de guais, pensé, a lo mejor les gusta comprar libros por Internet, y, por mi parte, la verdad es que recomendar libros que me gustan es algo bonito que también hago en el mundo físico y que me resulta mucho más enriquecedor que estar anunciando mierdas que no usaría ni yo. De hecho, no tardé a entusiasmarme y monté el Tumblr Listoteca en el que iba recomendando todos los libros y tebeos que me gustaban, enlazando cada vez la página en la que se vendía el producto de forma que si alguna recomendación colaba y alguien compraba algo, yo me quedaba un par de euros por cada transacción. El nivel de ventas fue de una magnitud tal que pronto me harté de poner los enlaces, pero la Listoteca sigue funcionando, de forma desinteresada.
No sé de ningún otro webcómic que use Zanox, si sabéis de alguno avisadme que lo enlazaré aquí.
Otro sistema de compra-venta de enlaces: Adpv. Si lo probáis, animaos a contarnos qué tal.
Por supuesto, también es posible poner banners de publicidad sin intermediarios. Esto tendría que ser la clave, pero implica tratar directamente con los anunciantes y, antes de nada, encontrarlos, o, mejor aun, que te encuentren. No tendría que ser tan difícil. Muchas empresas se gastan una pasta en anunciarse en revistillas de mala muerte con menos lectores mensuales que los que recibe tu página en un solo día, y seguro que en muchas de ellas hay alguien capaz de comprender, si se lo cuentas despacio, que les puede salir tan efectivo o más poner un banner en un sitio con un buen Alexa, pero dar con esa persona no es moco de pavo.
Y luego también está el tema de que el puto Google penaliza la compra-venta de enlaces que no se hagan a través de su sistema Adsense-Adwords y, si te ofrecen pasta por poner banners muy sospechosos (como por ejemplo enlaces de texto, sin la etiqueta “rel=nofollow”) casi es mejor no aceptar el trato, pues te arriesgas a que tu web desaparezca de las páginas de resultados del buscador. Yo iría con especial cautela ante compradores de enlaces que quieran incluir las palabras casino, viagra o Nigeria, soy así de escrupuloso.
Los mecanismos de penalización de Google también son oscuros (y no muy razonables) pero creo que no te pueden putear de ningún modo si lo que haces es alquilar un enlace con la etiqueta nofollow en un banner de imagen. Mi bola de cristal dice que poco a poco esto tendría que ser el sistema más popular, pero ahora mismo no termina de cuajar.
Yo personalmente casi regalo espacios de 200×200 píxeles en las barras laterales, por sólo 50€ mensuales (en un sitio con PR=4 y Alexa=250.470), y la mayor parte del tiempo están desaprovechados.
Otros webcómics que venden espacio para publicidad sin intermediarios: JRMora, Crónicas PSN, Runtimecómics, Subcultura.
Luego está el invento de los cómics patrocinados. El pionero y principal proselitista de este sistema es mi amigo Ramón Redondo, autor de Geek in Love, a ver si se pone las pilas y resucita su webcómic algún día de estos.
Con los cómics patrocinados existe la misma gran dificultad que en lo de los banners sin intermediarios: que lo primero que hay que hacer es encontrar el sponsor, pero si lo encuentras y estás dispuesto a “prostituir” tus personajes puede quedar mucho más molón que lo de poner un banner. Se trata de insertar el producto en el tebeo, en plan product placement o haciendo un chiste a su costa o que los personajes hablen de él o incluso que lo recomienden. Si se hace bien y si lo que anuncias no es una mierda, quizá incluso puedes apañártelas para mantener tu integridad artística, y apostamos un brazo a que los anunciantes notarán mucho más incremento de tráfico y conversiones con algo así que con un banner. Por otro lado, si se hace mal o si pones a tus personajes a recomendar mierdas los estarás privando de cualquier intento de conservar su credibilidad y pasarán el resto de su vida con el estigma, como le pasó al pobre José Coronado con sus yogures de cagar blando o la pobre Concha Velasco con sus pañales de vieja.
El precio de un cómic patrocinado dependerá pues de lo difícil que sea encajar el producto en tu línea editorial y lo sucio que te sientas tras recomendarlo a tus lectores, pero yo ahora mismo ofrecería un precio orientativo de 100 €.
Por cierto, ojo con los linces que dicen querer un cómic patrocinado y en realidad lo que quieren es sólo el enlace por temas de SEO, que si se lo pones en un post con las etiquetas relacionadas y todo en contexto es menos cantón que si vendes enlaces en la barra lateral, pero corres también en riesgo de que el monstruo blanco te penalice (si quieres correr este peligro me parece muy razonable, pero cuando pongas precio al “patrocinio” ten en cuenta que un cómic con un enlace tendría que ser mucho más caro que un cómic sin enlace).
Hete aquí ejemplos de cómics del Listo patrocinados: El náufrago, Yumcha, y ejemplos de cómics patrocinados de otros autores: Alojamiento.
Y eso es no es todo, pero por hoy ya basta de hablar de pasta, que empiezo a sentirme sucio, ya os contaré otros trucos para sacar durillos, incluyendo los encargos para bodas, bautizos y funerales, la venta de recopilatorios y merchandisings, las opciones de mendicidad vía Paypal, la posibilidad de poner puertas al campo y cobrar suscripción a tus lectores, y algunos etcéteras en la segunda parte.
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